Una pausa

Hoy me mueve a escribir, “una pausa”. Un detenimiento en el decir aquello que se supone uno sabe. Y así pausar mi pensamiento sobre lo que ocurre en el mundo bajo una interrogación ¿Qué nos pasa? ¿Qué nos pasa en este mundo de la hiper modernidad? Vino a mí una frase de Freud escrita allá lejos y hace tiempo: el progreso nos llevará hacia la destrucción de la humanidad. Hoy las pantallas nos perturban no sólo con las noticias del día, similares a las películas en que seres humanos harapientos, hambrientos, sin rumbo se comen y matan unos a otros. Ciencia ficción, dicen. ¿Ciencia ficción que nos muestra el porvenir? ¿Un adelanto de lo que vendrá? ¿O algo que ya ha llegado? Estas preguntas sin respuestas no parecen muy alentadoras respecto de la visión de la actualidad y del futuro. Pero nos guste o no los hechos lo atestiguan. Y cuando los hechos nos afectan se transforman en acontecimientos. Entonces, a fin de no alimentar el pesimismo, me inclino a promover la idea de reflexionar sobre la responsabilidad. ¿Qué significa ser responsable de lo que hacemos y/o decimos? Significa ser capaz de responder sobre lo que funda nuestros dichos y, sobre todo ser capaz de afrontar las consecuencias de lo que decimos. Y hoy digo que tal vez convenga que nos interroguemos a nosotros mismos. Tengo la sospecha de lo que se dice en la vida cotidiana sobre cuestiones de nuestra sociedad es en su mayoría un decir que no se interroga a sí mismo. Es un “lorismo”, si me permiten la neología. “Digo lo que otros dicen como verdad absoluta”. “No cuestiono”. “Creo en lo que quiero creer aunque no sepa de dónde viene.” Veo aquí un peligro, ya que las verdades absolutas provienen del fanatismo. 
El tema que me había propuesto hoy era discurrir sobre el lazo social, la construcción del ser humano como tal al nacer al mundo simbólico que nos precede, del trauma que esto significa ya que él deba alojarse por la vía del lenguaje en esta dimensión simbólica. Sin embargo me interrumpen los acontecimientos. De allí la pausa, el paréntesis. Paréntesis que me da pié a circular por otras formas de pensamiento que no son las nuestras, las occidentales. De la filosofía china incorporé algunas frases que percibí en continuidad con mi práctica psicoanalítica Lacaniana, una de las cuales enuncia: “Prudencia en las palabras y precaución en las acciones.” No se me ocurre otra definición más precisa para referirnos a la responsabilidad. ¿Ponemos en práctica estas palabras en la vinculación con los demás? ¿Nuestra sociedad incluye esta prudencia y precaución en lo que decimos y hacemos? ¿Nuestro lazo social se construye sobre la responsabilidad de nuestras acciones? A mi entender la falta de estos “condimentos” da cuenta de un lazo débil, frágil, es decir capaz de quebrarse fácilmente. Si la prudencia y la precaución están en juego podemos preguntarnos: ¿Para qué? ¿Para quién? Para cuidarnos y cuidar al otro mediante el bien decir y es este cuidado el que no alcanzo a percibir en nuestra actualidad que parece satisfacerse “mal-diciendo.” ¿Podremos revertir lo que aventuraba Freud? ¿Poseemos lo necesario para hacerlo? ¿Estamos seguros de que sólo el “desarrollo de la civilización” intervino en este proceso? En la actualidad percibo una tendencia a la destrucción del otro, su deshumanización concreta o metafórica. Casi a nivel global. Sólo puedo responder por las interrogaciones que me hago. No ofrezco respuestas ni desde la suposición ni desde la certeza. Acepto mi responsabilidad por mis interrogaciones y tal vez oriente a otros a hacerlo. No es seguro. Probablemente hoy indique la conveniencia de realizar una pausa en la existencia cotidiana inmersa en la agresividad, la violencia y el odio. Por supuesto nadie está obligado a hacerlo. Es su derecho. (Y su responsabilidad).
Pero una pausa no es sólo un detenimiento. Una pausa también significa la condición de poder seguir adelante. Si tenemos fortuna de una mejor manera. 
Conversando con alguien que sabe bastante de filosofía china me sorprendí con su comentario: “Los chinos piensan que caminar hacia atrás no es necesariamente retroceder ya que cuando ellos lo hacen así es porque siembran arroz. Es forzoso retroceder para lograr una buena cosecha.” (Muchos de mis pacientes se ven así mismos retrocediendo cuando continúan hablando de lo que los llevó al psicoanálisis sin que su sufrimiento o malestar desaparezcan). 

Elegí esta frase para expresar no sólo lo que representa por momentos la experiencia psicoanalítica sino algo más referido al título que elegí: “Una pausa de esfuerzo es imprescindible para poder aprovechar lo que en ella pueda cosecharse, que aún al repetirse, siempre florecerá nueva.”