LUCY ESCRIBE UN CUENTO
Lucy camina ligero por el parque que la lleva al
encuentro de sus amigos. El padre intrigado le preguntó:
- - ¿Por qué vamos tan apurados?
- - Porque debo leerles un cuento a mis amigos: la hormiga, la rana y los que estén reunidos allí.
- - ¿Y por qué no me lo lees a mí?
- -Bueno, la respuesta te la dejo para que la
pienses vos. Esa será tu investigación. Pensá y a lo mejor encontrás la
respuesta.
-
Al llegar Lucy se agachó con cuidado y vio a
la rana -¿Sólo estás vos?-le preguntó.
- -Los otros irán llegando, no te preocupes. ¿Cómo va tu
investigación sobre “Las personas que no
te gustan”?
- -La dejé para después porque me gustó más
escribir sobre: “Las personas que sí me gustan” -dijo Lucy- ¿Qué te parece?
- -Me parece muy bien porque creo posible que
escribir sobre las que no te gustan es algo que probablemente no valga la pena.
Pero ya lo vas a decidir vos, con toda libertad de pensamiento. La libertad es
algo muy importante Lucy ¡y me alegra que te hayas dado cuenta!
- -¡Por supuesto!- agregó el señor Grillo sacándose el sombrero- Pero
sólo te das cuenta cuando la vivís. Sobre todo cuando aceptás que otros son libres de
pensar otra cosa aunque no coincidan con vos. (Coincidan es que piensen igual que vos). Y esto a algunas personas les cuesta mucho.
- - Bueno, bueno.- dijo la maestra Pata que no quería que Lucy investigara algo difícil. - ¿Y ahora
llegaste a alguna conclusión?
- -¿Conclusión? -preguntó Lucy.
-
Conclusión es haber llegado a pensar por qué esas valen tu tiempo y las que no te gustan, por ahora, no vale la pena escribir.- aclaró Nana.
- -¡Ah sí! Y entonces se me ocurrió escribir mi investigación con un
cuento.
- -¡Allá viene la hormiga negrita! ¿Querés
leerlo?- avisó Nana.
- -¡Momento! -Dijo Negrita- Allá vienen Don
Caracol el abogado, la señorita Lombriz, filósofa ella, Doña Iguana Ana la
psicóloga. La mariposa Mary diputada, la araña Ñaña que debido a su habilidad teje los barbijos sin parar, Don cien pies (del que te hablaré después), el bichito de Luz nuestro presidente…la lombriz nuestro vicepresidente elegido por su ágil velocidad
- - ¿Bichito de Luz? –preguntó Lucy.
-
Si querida Lucy- aclaró la maestra Pata- también lo llaman luciérnaga. Hay que pensar muy bien a quien elegir y nosotros pensamos que más vale tener un
presidente brillante, con luz propia, que encienda su pensamiento todas las
veces que haga falta.
-
Siempre hace falta tener un presidente que
tome sus decisiones más iluminadas por el bien de todos nosotros y, sobre todo,
que no lo afecte los cortes de luz. Cortes que nunca faltan. Como lo muestra la
historia.-Explicó la rana Nana.
-
¡Cuánta gente!- dijo Lucy mientras el grillo,
que era juez, se sentaba sonriendo levemente lleno de alegría por enseñar pronto la división de poderes -sobre lo que poca gente estaba al tanto-.
-
Bueno, bueno,- dijo Pata- vayamos al grano, o sea el cuento de Lucy.
-
Gracias –dijo Lucy- dice así:
“Había
una vez dos hermanitas que cumplían años. Los cumplían el mismo día porque eran
mellizas. Una se llamaba Valentina y la otra Francisca. En este cumpleaños
decidieron pedir sus regalos:
Yo
quiero un perrito. –dijo Valentina.
Yo
quiero un gatito. –dijo Francisca.
El
padre, que estaba ese día con sus abuelos porque la mamá de las nenas trabajaba
contestó:
-No, no,
me parecen demasiados animales para una casa chiquita así que van a tener que
ponerse de acuerdo y elegir sólo uno de ellos.
Los
abuelos asintieron en silencio, aunque un poco tristes ya que pensaban que eso
no iba a ser posible. Sobre todo porque hay papás que viven en distintas casas
y no sabían que pensaría la madre de esto.
Mientras
el papá y los abuelos esperaban la decisión acompañados de sus propios
pensamientos, que no sabemos cuáles son porque los pensamientos, salvo si se
dicen en vos alta no se escuchan, oían a las nenas gritar:
¡Un
perrito!
¡No,
un gatito!
¡No,
un perrito!
¡No,
un gatito!
Es
que si no tengo un gatito me voy a poner muy triste- dijo una de ellas.
Y si
yo no tengo un perrito me voy a poner muy triste.
Y yo
no voy a estar contenta- dijo una de ellas.
Y yo
tampoco voy a estar contenta. –dijo la otra hermana.
Y la
suerte hizo que la abuela Virginia, que era muy sabia, justo entró a la cocina
y les preguntó a las mellizas:
¿Ustedes
son hermanas entonces imagino que se deben querer mucho, no?
Todos
los presentes se quedaron en silencio. Incluso las hermanas por la inesperada pregunta. Y después dijeron que sí, se querían mucho.
La abuela Ana quiso salir corriendo a traer un gatito y un perrito pero no lo hizo ya que se perdería una parte del cumpleaños.
El abuelo Enzo pensó en correr a conseguir un perrito que se pareciera mucho, mucho a un gatito o un gatito que se pareciera mucho, mucho a un perrito pero dudó que esto fuera posible y además se dio cuenta que esto significaba un engaño. Así que se dedicó a ver cómo se resolvía la cuestión.
El tío Hernán que era muy callado y, además tenía hambre pensó: "Tiremos al aire una moneda y que ellas elijan cara o seca. Pero como primero tendrían que explicarles qué era eso de la moneda iba a significar más demora y en realidad, tal vez dejar una elección a la suerte ya no le parecía una idea tan buena.
Esperaban que la abuela bisabuela Virginia dijera algo más pero no lo hizo.
La abuela Ana quiso salir corriendo a traer un gatito y un perrito pero no lo hizo ya que se perdería una parte del cumpleaños.
El abuelo Enzo pensó en correr a conseguir un perrito que se pareciera mucho, mucho a un gatito o un gatito que se pareciera mucho, mucho a un perrito pero dudó que esto fuera posible y además se dio cuenta que esto significaba un engaño. Así que se dedicó a ver cómo se resolvía la cuestión.
El tío Hernán que era muy callado y, además tenía hambre pensó: "Tiremos al aire una moneda y que ellas elijan cara o seca. Pero como primero tendrían que explicarles qué era eso de la moneda iba a significar más demora y en realidad, tal vez dejar una elección a la suerte ya no le parecía una idea tan buena.
Esperaban que la abuela bisabuela Virginia dijera algo más pero no lo hizo.
Y
como no lo hizo al papá se le ocurrió una idea:
-Ya
que no se ponen de acuerdo –dijo- vamos a agarrar una bolsita y las dos van a
dibujar lo que quieren y después le van a poner su nombre para que sepamos de
quién es el dibujo. El primer papelito que saque la abuela Virginia será el
regalo que van a tener.
La bisabuela
sonrió. Y nosotros no sabemos por qué.
¡Qué
buena decisión! Dijeron los abuelos aliviados. Y ellas comenzaron la tarea que el padre
les dijo. Demorando un rato largo.
Y la
bisabuela Virginia volvió a preguntar: ¿Ustedes se quieren mucho?
Siiii
–gritaron las dos y luego se quedaron un ratito mirándose.
Y
Virginia dijo: ¡Qué bien! ¡Entonces ya se pusieron de acuerdo!
Y al
rato las nenas pusieron los papeles en la bolsa. No sin mirar de vez en cuando
a la bisabuela Virginia que seguía sonriendo.
Abuela
Virginia –dijo el papá, porque Virginia era su abuela y bisabuela de las
hermanitas vas a ser la encargada de sacar los papeles ahora.
Virginia
se subió las mangas de su saco. Se frotó palma contra palma. Aflojó sus brazos
hacia el suelo sacudiéndose las manos y luego hizo lo mismo hacia el techo. Después sopló sus manos para
que entraran en calor. Buscó sus anteojos y se los puso. Y sacó el primer papel
que tenía el dibujo.
Se
hizo un silencio tremendo. Apenas se oía la respiración de los presentes en la fiesta.
Virginia
sacó el primer papel:
Acá
tenemos un perrito, firmado: Francisca. (¡Eso quería Valentina!)
Y
para ser justa voy a sacar el otro papel.
Es
un gatito, firmado Valentina. (¡Eso quería Francisca!)
Y
todos disimularon una lágrima que rodaba desde sus ojos.
Y la
bisabuela abuela sabía dijo:
Cuando dos se quieren y, ¡se dan cuenta de que se quieren!, todo se vuelve más simple. Y continuó:
Cuando dos se quieren y, ¡se dan cuenta de que se quieren!, todo se vuelve más simple. Y continuó:
Valentina y Francisca ahora saben que se puede estar contenta haciendo feliz a una hermana. Nuestra
felicidad a veces se trata de hacer feliz al otro y no en tener las cosas que queremos tener.”
FIN
Y todos los presentes no paraban de aplaudir.
Hermoso cuento - dijeron todos ellos al mismo tiempo-.Es
muy lindo contar sobre las personas que sí nos gustan. Y ahí fue que Don cien pies, que era sólo un integrante de la comunidad dijo:
Imaginen siempre tener cienpiés como yo, así van a saber con cuál pisar. Y si saben con qué pie pisar es muy fácil saber qué camino quieren tomar.
Imaginen siempre tener cienpiés como yo, así van a saber con cuál pisar. Y si saben con qué pie pisar es muy fácil saber qué camino quieren tomar.
Y Lucy satisfecha
les hizo una reverencia y se marchó. Se le había hecho muy tarde.
Cuando llegaron a su casa la mamá preguntó: ¿Cómo les
fue?
No sé Ana -dijo el papá – No pregunté. Ya no me animo. Por
ahora me alcanza con que ella esté contenta.
EPÍLOGO PARA PADRES Y ABUELOS
¿Serán capaces de explicar qué les pasó a Francisca y
Valentina? ¿Y por qué Virginia sí sabía qué hacer?
¿Tendrán ganas y paciencia de explicar de manera simple
los ejemplos de generosidad, solidaridad y armonía?
¿Y sustituir lo más complejo del cuento acorde a la edad del niño?
Si el amor es egoísta,
sordo y ciego, no es amor. Difícil entenderlo a
cualquier edad. Pero no imposible si se sabe con qué pie avanzar. Aprovechen para mostrarle a sus niños cómo son nuestros personajes y cómo son sus vidas. Sería bueno que ellos inventaran sus propios cuentos.
Es sólo una idea.